viernes, 7 de marzo de 2014

La reforma educativa en la salud de los maestros

La reforma educativa en la salud de los maestros

  • Luis Hernández M.
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“Por su edad, su calificación y su experiencia goza del respeto general: nadie lo tutea, todos evitan responderle con grosería. Hasta el capataz y el jefe de equipo modifican un poco su tono habitual al dirigirse a él, se vuelven casi amables” Robert Linhart, 1979.
Acabo de tener una larga conversación con mi amigo íntimo; con Tláloc –así le gusta que le nombre pero se llama Sergio y trabaja en un bachillerato en una de las colonias de la ciudad de Puebla.
Somos  amigos desde la infancia; cuando alguno de los dos tiene problemas, nos hablamos por teléfono o nos reunimos a charlar.
La tarde es cálida; y estamos en un café cercano a mi domicilio. El olor a café es muy intenso y ya pedí un espresso mientras le confieso mis preocupaciones laborales:
-Ayer me acosté a las 12 de la noche y a las dos de la mañana del domingo 2 de marzo, me llegó el insomnio; a las 3:15 me levanté, -tal vez deba tomar un café o tal vez solo un vaso de agua- me dije,
-Me sentía inquieto y confundido-
- Sergio; no creí que los problemas laborales me afectarían a tal grado que perdiera el sueño. Me están obligando a jubilarme en la plaza deeducación primaria tan solo a un año de cumplir 40 años de servicio. Jubilarme ahora, sería renunciar a mi estímulo por haber trabajado cuatro décadas. Dicen los que saben que en realidad me faltarían dos años; pues un año cambiaron mi clave de profesor por una clave de confianza.
-Luis no eres el único que pasa por momentos difíciles. Debes saber que en la escuela donde trabajo varios de los jóvenes son hijos de maestros. Te voy a platicar algunos casos para que más adelante los puedas documentar.
-Mi estimado Luis; te voy  contar lo que descubrí en la conducta agresiva de algunos de los estudiantes de mi bachillerato. Los jóvenes mostraban una conducta nerviosa, en momentos agresiva; no cumplían con la tarea, pateaban las sillas; se oponían a las indicaciones de trabajo en el aula. Uno de ellos: Juan quiso sabotear la aplicación de los exámenes; entonces le pedí que abandonara el salón.
-Más tarde se presentó con una actitud sumisa y me pidió disculpas y le pregunté: ¿Tienes problemas con tus padres; a lo que me contestó:
-No maestro; lo que pasa es que mi padre nos reunió a mi madre y a mis hermanos y nos dijo que como jefe de enseñanza, su plaza estaba en peligro por la Reforma Educativa, que en el Distrito Federal, ya habían cesado a varios maestros Jefes de Enseñanza. Mi padre está indignado por el conformismo de sus compañeros y dice que con estos maestros no se puede llegar muy lejos en la defensa del trabajo. Nos ha pedido comprensión, pues por un tiempo, no tendremos lo que nos ha dado hasta ahora. Maestro, mi padre está triste y aunque nosotros le manifestamos nuestro apoyo, nos duele su tristeza, su impotencia.
 -Luis, también he escuchado a un adolescente de apenas 16 años que me cuenta lo siguiente:
-Maestro Sergio es cierto que ya acumulé 8 faltas, pero no puedo estar tranquilo ni puedo concentrarme. En el mes de diciembre, con el aguinaldo de mi madre que es educadora en un jardín de niños en Tlaxcala, habíamos planeado techar dos cuartos de una pequeña casita. Luego el último día del año murió mi abuela y los gastos del sepelio, retrasó la construcción. Ahora, vivimos en una casa sin techo. Después, las presiones del trabajo de mi madre; le provocó la parálisis de la mitad del cuerpo. El salario de mi madre no alcanza, mi hermana se casó con un hombre bueno, que no aporta mucho porque tampoco gana mucho, pero en ausencia de mi madre nos hace de comer. Ella no nos dice nada; pero nosotros sabemos que está preocupada por la permanencia en su trabajo, ahora, su salario apenas alcanza para comer o medio comer.
-Le pregunto: –me dice mi amigo y compañero Sergio- Significa que cuando vienes de tu casa no has desayunado y en la escuela tampoco desayunas porque no traes dinero. –Luis con una mirada triste y con lágrimas en los ojos me asiente. –Así es maestro.
-Para no aburrirte te platico un caso más: Ocurrió con un joven que dibuja en su rostro una amargura y enojo que espanta; intenté descubrir lo que le ocurría ¿Y qué crees? –También es hijo de una maestra de educación primaria. Me  contó su versión: me dijo que su padre los abandonó desde muy pequeños; que prácticamente no lo ve y me da a entender que no está conforme con su vida familiar ya que no puede invitar a comer o a tomar unas copas a sus amigos porque su mamá es una maestra pobre. Luego me entero que el padre vive en su casa, postrado en una cama por la enfermedad de la diabetes. El joven no sale de su casa, se encierra en su cuarto y duerme todo el día, no hace las tareas, se dirige en forma agresiva a sus compañeros ymaestros. Es un caso muy difícil. También insulta a su padre al que culpa de las carencias por las que vienen viviendo en los últimos años; al menor reclamo de la madre reaccione en forma enojosa y violenta.
-Mi estimado Sergio; le digo a mi amigo y confidente: El insomnio mío se ha producido después de soñar que en la cajuela del carro viejo; se encontraba la Mina -mi perra-, también ya vieja y entre su cuerpo aparecía la cabeza negra de una serpiente amenazante, venciendo mi miedo, -quería proteger a mi animal-, -mi hija dice que lo viejo en el sueño es mi trabajo- al levantarla con fuerza, cayó  al suelo una débil y frágil serpiente de penas 30 centímetros, delgada como un fideo y blanca y transparente que se perdió en el piso.
-Ahora te platico mi estimado amigo: La desvelada me llevó a releer EL BANCO DE TRABAJO, en la obra “De cadenas y de hombres” del francés Robert Linhart. En una parte del texto, parece estar describiendo el momento actual por el que transitamos los maestros mexicanos: “La patronal pasa por un ligero acceso de fiebre: se les ve más, hay cambios, traslados, reagrupamientos, modificaciones de la producción”.
Linhart en su “Banco de Trabajo”; describe lo que ocurre en la armadora de autos en un supuesto proceso de racionalización: “¿Por qué ahora? Es el momento exacto, no hacen nada al azar: tienen sociólogos, psicólogos, estudios, estadísticas, especialistas en relaciones humanas, estudios en ciencias humanas, tienen delatores, intérpretes, sindicalistas amarillos, tienen la experiencia de Choisy con la de Javel y la de Levallois, y la Clichy e intercambian consejos con otros patrones, hacen conferencias, distribuyen créditos para conocer mejor todo eso, y estúdiame esos conflictos, y el comportamiento de la mano de obra inmigrante, y la mentalidad del obrero medio, y el ausentismo, y esto y lo de más allá”.
-Mi estimado Sergio. Te confieso que me siento como el viejo Demarcy ahora con su nuevo banco “…estandarizados, haciendo exactamente los mismos gestos, en retoques contabilizados, clasificados, pautados, distribuidos por un control.” Ahora amigo, me siento humillado e impotente y obligado a jubilarme por las circunstancias de mi plaza comisionada en un sistema distinto y en un nivel distinto, ejerciendo la docencia ininterrumpidamente por cerca de 40 años. (Desde mi Banco de trabajo, a 06-03-2014).
LINHART, Robert, El banco de trabajo, en De hombres y de cadenas, México, Ed. Siglo XXI, decimoséptima reimpresión 2005.

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