REPORTE ESPECIAL
ANTONIO CALLEJO
Varios miles de muchachos deambulan diariamente en las empobrecidas regiones de Cancún. Sin acceso a la educación formal, ni a actividades deportivas, culturales o artísticas y con un natural espíritu de supervivencia, encuentran en las pandillas satisfactores como reconocimiento, protección, amistad, entre otros que no reciben en sus hogares ni en las políticas gubernamentales. Sin otras opciones, lo que hallan es el inicio de una vida asociada a las drogas, que pululan en las calles, al dinero fácil en actividades ilegales y la violencia en varias de sus manifestaciones. El presente para ellos es incierto, pero lo peor es que el futuro no existe.
CANCÚN, QUINTANA ROO (VÓRTICE).El fenómeno del crecimiento y cada vez más violento entorno de las pandillas es visto como una amenaza para la seguridad nacional en prácticamente todo el continente americano. Y si bien Cancún es un modelo como destino turístico exitoso, su calidad de polo de atracción de migrantes, la ausencia de políticas públicas para canalizar la energía y el tiempo de los jóvenes, se suman a otros factores para presentar una inquietante realidad, que se cierne con negros nubarrones para el futuro de esta región del estado de Quintana Roo. “REDES, investigación para el desarrollo”, que dirige la investigadora Marisol Vanegas Pérez, realizó un estudio dirigido con precisión a este tema. Se denomina: “Programas dirigidos a jóvenes en riesgo que participan en pandillas, con el propósito de convertir a sus organizaciones o grupos identitarios en actores de la paz y evitar su vinculación e incorporación al crimen organizado”. El diagnóstico revela la urgencia con la que debería atenderse este pendiente de la agenda de los rezagos sociales de Cancún.
Concentrados sobre todo en las zonas más empobrecidas de la ciudad, son más de tres mil jóvenes los que forman parte de alguna de las 135 pandillas identificadas en Cancún, de acuerdo con un estudio realizado por el organismo “Redes, investigación para el desarrollo”, auspiciado por la Secretaría de Gobernación y el propio Ayuntamiento de Benito Juárez. VÓRTICE realizó un recorrido a una de las regiones citadas en el estudio por su presencia de jóvenes enlistados en las filas de alguna pandilla. Lo que encontramos fue un grupo de muchachos que nos recibieron amablemente y que nos permitieron pasar una tarde noche con ellos para atestiguar cómo ven trascurrir el tiempo. Se trata de “Los Terkos” de la 101, jóvenes de una segunda generación, pues según ellos mismos relatan, esa pandilla tiene más de 10 años en esa zona de la ciudad y muchos de sus integrantes son adultos con otras responsabilidades, que ya no merodean en las calles.
Esta agrupación tiene influencia en esa zona de la ciudad, que tuvo sus inicios en los primeros años de la década de los 90, cuando se desarrolló un programa para dotar de infraestructura urbana a predios que fueron en principio ‘invasiones’ a tierras ejidales. Siendo Mario Villanueva Madrid presidente municipal y Carlos Salinas de Gortari presidente de la República, se conformó el “Fideicomiso Solidaridad”, con aportaciones de los gobiernos federal, estatal y municipal. Entonces se construyeron guarniciones, banquetas y se introdujo una red de drenaje sanitario que por cierto resultó defectuosa. Las calles no se construyeron sino hasta hace unos pocos años, de manera que el paisaje fue dominado por una polvareda durante varios años.
“DE ESE LADO ESTÁN LOS C-1, Y NO NOS PUEDEN VER NI NOSOTROS A ELLOS”, NOS DICE ‘EL BOLAS’ DE ‘LOS TERKOS’
“Queremos hacer un reportaje sobre los jóvenes en las regiones de Cancún, sobre la carencia de espacios deportivos y culturales, sobre cómo pasan el tiempo, lo que hacen...”. Es sábado por la tarde en esa calle, ubicada entre la avenida López Portillo y la llamada Ruta 4. Sin pensarlo mucho, ‘El Bolas’ nos tiende la mano y nos hace notar que ese día empezó temprano a beber cerveza en el pequeño patio frontal de la casa con un amigo. “Tienen que regresar más tarde, después de las siete de la noche, porque es cuando nos juntamos más amigos, todos ‘Terkos’.... La banda es muy grande, a veces somos más de 60 cabrones los que estamos”.
Pasadas las horas esa fracción de “Los Terkos” suma unos diez muchachos de entre 14 y 23 años. A veces, relatan, trabajan en alguna actividad, dependientes de tiendas, estibadores, repartidores, entre otras. Sin embargo, nada es fijo y prefieren pasar más tiempo libre. La escuela hace tiempo que la dejaron.
“Yo tuve que dejar la escuela hace rato, terminé la ‘secu’ pero tenía que ayudar en la casa”, comenta “El Bolas”.
Y mientras siguen llegando más jóvenes, la charla transcurre alegre. Los muchachos quieren mostrar sus tatuajes. En todos los casos tienen algún diseño con los nombres de dos mujeres: “Mi madre y mi vieja”, explican.
“Los Terkos” explican que tienen un pleito añejo con otra pandilla que tiene su radio de acción a unas cuantas cuadras, también en la región 101, pero más al Norte, pasando la Ruta 4. “De ese lado están los C-1, y no nos pueden ver ni nosotros a ellos. Si alguno viene para acá no le garantizamos nada y si ustedes van hacia ya tampoco... pero aquí están seguros con nosotros”.
‘PLATANITO’ ES UNO DE LOS MÁS JÓVENES, NO TIENE TATUAJES AÚN Y FUMA UN CIGARRO TRAS OTRO
De acuerdo con su testimonio, es muy fácil conseguir marihuana o crack (“piedra”), incluso cocaína, aunque es más cara. “Mira, en esa cas venden”, señala uno de ellos... Y efectivamente, es posible atestiguar que en ese inmueble llegan clientes en forma recurrente. Reciben un pequeño envoltorio y se van, sea en un auto, en bicicleta o a pie. ‘Platanito’ es uno de los más jóvenes del grupo, no tiene tatuajes aún y fuma un cigarrillo tras otro mientras transcurre la entrevista y la sesión de fotos. El más grande de ellos tiene 23 años. No estudia ni trabaja y asegura que inició con el consumo de marihuana a los 11 años.
Y sin ningún tipo de pudor, saca de entre sus ropas un pequeño paquete de periódico y empieza a armar un cigarrillo de marihuana. Sus compañeros se emplazan para vigilar que no pase alguna patrulla de la policía y una vez liado el pitillo, lo encienden para compartirlo hasta consumirlo por completo.
UNAS 135 PANDILLAS SE UBICAN EN POCO MÁS DE 50 REGIONES, CARNE DE CAÑÓN PARA EL CRIMEN ORGANIZADO
Este contexto es el común denominador de una vasta área de la ciudad. De acuerdo con el estudio, esas 135 pandillas se ubican en poco más de 50 regiones, principalmente en la zona norte de la ciudad, aunque también hay presencia de grupos de jóvenes en esa circunstancia en poblaciones rurales como Alfredo V. Bonfil, e incluso en pleno centro de la ciudad. En las Supermanzanas 2, 21, 22, 23, 24, 48 y 55, que se encuentran en el llamado “primer cuadro” de Cancún, tienen presencia las pandillas conocidas como “Los Estudiantes”, “Chicos Crazy”, “Los Cuervos”, “Los Farios” y “Los Snoopy”. Sus membresías, de acuerdo con el documento citado, van de entre 10 y hasta 30 muchachos de entre 16 y hasta 22 años, que son los rangos de edad más frecuentes en esas agrupaciones callejeras.
Los grupos del crimen organizado ven en estos jóvenes a potenciales aliados, y en alguna ocasión los han utilizado para cometer crímenes de alto impacto a cambio de unos cuantos pesos. El más sonado de esos casos ocurrió en septiembre de 2010, cuando presuntos integrantes de ‘Los Zetas’ contrató a un grupo de mozalbetes, miembros de una violenta pandilla conocida como ‘Los Sureños’, de la colonia “Las Pencas”, para incendiar el bar “Castillo del Mar” en la región 229.
Los muchachos fueron capturados horas más tarde de esa acción, en la que murieron ocho personas; seis mujeres, una de ellas en estado de gravidez, y dos hombres. Según sus declaraciones ministeriales, fueron reclutados para ese ‘trabajo’ por dos mil pesos en total. Llegaron en vehículos de los presuntos ‘zetas’, quienes amagaron a parroquianos y trabajadores del bar con armas de alto poder, mientras los mozalbetes rociaron con gasolina y prendieron el inmueble. Las víctimas murieron por asfixia. Cinco muchachos fueron arrestados y uno de ellos murió en circunstancias extrañas dentro de la cárcel, al parecer ejecutado por sus propios compañeros.
INFLUENCIAS DE LAS PANDILLAS MÁS CONOCIDAS, DE LOS ‘CHOLOS’ EN EL NORTE Y DE LOS ‘MARAS’ EN EL SUR
El estudio realizado por REDES, no omite esa proclividad para que los miembros de las pandillas se integren en algún momento en las filas del crimen organizado. Es un factor inquietante, indica el estudio: “... es la facilidad con la que niños y jóvenes pueden adquirir alcohol y drogas. El número de expendios legales e ilegales y el poco control sobre ellos presenta un factor de riesgo de que las pandillas, antes ‘grupos de referencia no delictivos’, se acerquen a consumos nocivos que, una vez consumidores se conviertan en tiradores obrazos de grupos del crimen organizado”. Las características de este destino turístico, la movilidad de sus habitantes y los flujos migratorios dinámicos, añaden complejidad a este tema. Las influencias que reciben y que suelen aceptar como referentes estos muchachos, está directamente relacionada con las expresiones de las pandillas más conocidas en los extremos del país: De los ‘cholos’ en el norte y de los ‘maras’ en el sur.
Dice el estudio: “Las diferencias de costumbres han dado aso a la aceptación de estereotipos mediáticos como símbolos a imitar; en el caso de las bandas, ‘los cholos’, ‘la mara’, la influencia de grupos de pandillas o bandas de ambas fronteras son la nueva ‘identidad’ que se construye con las pandillas”. Estas son las consecuencias de este fenómeno social en el primer destino turístico del país: “Vinculación de las pandillas con la delincuencia organizada y más recientemente con grupos del narcotráfico y crimen organizado; consumo de drogas y alcohol a temprana edad y los riesgos sobre sus vidas y sobre su futuro; deterioro de mobiliario urbano, espacios públicos deteriorados y ambiente de inseguridad generalizado; efecto imitación de otros niños y adolescentes a las conductas delictivas; y estigmatización de las pandillas como productores de delincuentes en la sociedad y desencanto en los mismos sobre su propio futuro”.
“En esta ciudad, que todavía no alcanza los 50 años de vida, los jóvenes en pandilla representan en su mayoría (67 por ciento), a nacidos en el estado, específicamente en Cancún (60 por ciento), que comparten mayoritariamente un contexto racial, lingüístico y cultural de raíz peninsular, cuando no del sureste mexicano”. “De estos jóvenes la mitad trabaja y en menor proporción estudia, con sólo un 9 por ciento que hace las dos cosas y un preocupante 14 por ciento que no hace nada. Y , semejante a indicadores de otras ciudades, la mitad de esta población juvenil en pandilla desertó o dejó sus estudios en algún grado de nivel secundaria, con un 29 por ciento que reconoce haber llegado y abandonado la preparatoria”.
LAS DROGAS COMO LA MARIHUANA, EL CRACK O ‘PIEDRA’ Y LA COCAÍNA, MÁS CERCA QUE EL ARTE, DESDE LA ADOLESCENCIA
El estudio hace una interesante observación acerca de las ausencias que registran estos muchachos en su vida cotidiana. Y estos es que una gran mayoría no tiene ninguna actividad relacionada con las artes. El reporte señala que el 75 por ciento de los jóvenes envueltos en alguna pandilla no tienen acceso a expresiones artísticas de ningún tipo. En contraste, las drogas están al alcance de la mano. “Reconocen consumir alcohol (40 por ciento), tabaco (36 por ciento), y drogas un 24 por ciento”. Entre las drogas que consumen la marihuana ocupa el primer lugar (55 por ciento), crack o ‘piedra’ 19 por ciento y un 15 por ciento cocaína. La mayor parte inició con su relación con estupefacientes en la adolescencia.
De acuerdo con el estudio, un factor agravante lo constituye lo que se denomina “ausencia de redes”. Esto es la ausencia de relaciones familiares directas en la misma ciudad. Y es que si bien es cierto que una gran parte de los miembros de las pandillas nació en Cancún, otro segmento también importante (30 por ciento), forma parte de las migraciones recientes. “La carencia de REDES constituye un factor de inestabilidad y expresa un área de oportunidad para las estrategias de prevención, donde el Estado en conjunto con otros actores deben proveer de espacios de redes sociales alternas”.
Contrariamente a lo que se supone de los miembros de las pandillas, un 33 por ciento estudian y trabajan. Esta característica, aun suponiendo que el 14 por ciento ni estudia ni trabaja, nos aleja de esa idea de que los jóvenes pandilleros son “vagos” o ‘ninis’.
Pandillas internacionales, con parada en Cancún
ANTONIO CALLEJO
Estados Unidos, el principal socio comercial de México y también el principal mercado emisor de visitantes para esta región turística, ya identificó al fenómeno de las pandillas como un problema de seguridad nacional, y advierte de una dinámica donde esos grupos se fortalecen con los flujos migratorios en el Continente, desde Latinoamérica, a través de nuestro país
CANCÚN, QUINTANA ROO (VÓRTICE).El estudio denominado “Guerras del Crimen, Pandillas, Cárteles y la Seguridad Nacional Estadounidense ”, escrito por el especialista en temas de insurgencia en diversos países del mundo, Bob Killebrew y Jennifer Bernal, afirma de forma contundente: “Las pandillas locales contribuyen con el fenómeno de las pandillas transnacionales de diversas maneras: distribuyen drogas, identifican y validan reclutas y contribuyen con el ambiente general de desorden en las áreas en donde las pandillas alteran las comunidades y ponen a prueba a las fuerzas del orden público. Conforman una parte importante de la red nacional de los cárteles criminales”. “El fenómeno -adviertese presenta a lo largo de varios países desde Centroamérica, con vasos comunicantes a lo largo incluso del territorio nacional, precisamente en las rutas de mercadeo de servicios y productos legales, que suelen ser las mismas vías que se utilizan por los cárteles internacionales de las drogas para el trasiego de estupefacientes”.
Incluso, en las gráficas de este estudio se establece claramente cómo las rutas del trasiego de diversas clases de drogas, provenientes de Centro y Sudamérica, tienen algún punto de referencia en la Península de Yucatán, inclusive a través de Cancún, y no sólo por las vías terrestre o marítima, sino también aérea. El autor de este reporte, auspiciado por el “Center for a New American Security”, reconoce la lucha que libra el Estado mexicano contra las mafias del crimen organizado, pero aún así coloca a México en esa lista de países de riesgo para la seguridad de Estados Unidos por la influencia de los cárteles de las drogas y su método de reclutamiento de jóvenes pandilleros.
Explica: “Como regla, los miembros de las pandillas locales compiten por territorios, respeto o participación en los mercados de droga locales. Según las condiciones de su ciudad, las pandillas podrían incluir tanto a niños como a niñas, hombres y mujeres, y todas las razas y clases económicas, a pesar de que predominan los hombres, latinos y afroamericanos. Si bien algunas pandillas ‘locales’ pueden no ser tan organizadas o violentas como las pandillas internacionales, éstas son lo suficientemente viciosas como para atemorizar a sus vecindarios y escuelas, llevar a cabo guerras brutales por territorios y matarse entre ellos -y, a veces, a personas inocentes que entran en la línea de fuego-”.
“Las pandillas locales tienden a tener bases geográficas y reclutar jóvenes locales de escuelas primarias o secundarias. La policía de una localidad ha observado que si un joven comienza a participar en una pandilla ya entrado en la adolescencia -por ejemplo, a los 16 añossi sobrevive, tiende a abandonar la pandilla a los 20 años. En cambio, si comienza a participar en una pandilla antes -a los 10 años, aproximadamenteel miembro tiene a permanecer activo en la pandilla durante más tiempo”.
Y aunque el estudio profundiza en la situación específica de cada país con problemas graves de pandillerismo y crimen organizado, el autor hace énfasis en el hecho de que se trata de un fenómeno de alcances mundiales, incluso más allá del Continente Americano. En este sentido, justifica su circunscripción a esta región del mundo, precisamente por su vecindad con los Estados Unidos. Dice: “Cada faceta de la economía criminal, el tema de la penetración venezolana e iraní, las luchas en Colombia, cada uno de los cárteles y la valiente lucha de México por ser una nación libre, todos estos son temas que merecen un tratamiento mucho mayor del que puedo darles aquí. No obstante, estoy seguro de la conclusión principal: los Estados Unidos están siendo atacados, dentro y fuera de su territorio, por una red de insurgencias criminales que debe ser derrotada. Mi certeza se fundamenta en parte en evidencias y en parte en las conversaciones que he mantenido con agentes que han estado en el campo y han sido testigos directos de los hechos”.
INTERDEPENDENCIA, CÁRTELES Y PANDILLAS
“Las redes criminales que vinculan a los cárteles y las pandillas han dejado de ser tan sólo un problema delictivo y se han convertido en una amenaza en la forma de redes de insurgencia criminal. La escala y la violencia de estas redes amenazan a los gobiernos y sociedades civiles del Hemisferio Occidental, incluyendo, también, a los Estados Unidos”. El presente informe es producto de una investigación de un año de duración realizada por el Centro para una Nueva Seguridad en los Estados Unidos (Center for a New American Security, CNAS). El objetivo de este informe es explicar la escala del crimen organizado en países clave del Hemisferio Occidental y proporcionar elementos para formular dicha estrategia. Nuestras observaciones se basan en la investigación y el análisis de las tendencias regionales, así como también en conversaciones con funcionarios del gobierno y oficiales de las fuerzas del orden público, tanto en los Estados Unidos como en el exterior, que se encuentran en las primeras filas de esta batalla.
El estudio presenta la geografía del crimen en Latinoamérica y en él se perfila la manera cómo las redes criminales de México, Colombia, Venezuela y de otros países vecinos plantean un problema común para la región y para los Estados Unidos. Aun cuando las circunstancias y los futuros posibles de cada país son diferentes, están interconectados.
INCLUSIVE EL TERRORISMO
“En primer lugar, el crimen, el terrorismo y la insurgencia se entrecruzan de nuevas y peligrosas maneras que amenazan no sólo el bienestar sino también la seguridad de las sociedades del Hemisferio Occidental. La escala de los cárteles y su capacidad para desestabilizar gobiernos los han convertido no sólo en una amenaza criminal, sino también en una amenaza insurgente. Los Estados Unidos deben dirigir un esfuerzo en todo el hemisferio para confrontar y derrotar la amenaza que los cárteles representan para la sociedad civil.
En segundo lugar, el enorme alcance geográfico de las redes criminales hace que éste sea un reto multinacional. Los cárteles operan en, por lo menos, 14 naciones soberanas, cada una de ellas con su propia cultura, economía, gobierno, fuerzas del orden público, sistema de justicia y estructura militar, rutas y centros de transporte. “Las operaciones de los cárteles también varían considerablemente, por lo que las respuestas que den los Estados Unidos y las otras naciones deben ser tan adaptables como las insurgencias criminales a las que se enfrentan”.
DERROTAR A LOS CÁRTELES Y A SUS ALIADOS VA A TOMAR MUCHO TIEMPO
“Derrotar a los cárteles y garantizar la seguridad futura de los países del continente americano implica el desmantelamiento de sus redes y la reducción de su impacto a niveles que puedan ser manejados por las fuerzas del orden público locales. Hacer esto constituye una propuesta a largo plazo y requerirá esfuerzos permanentes por parte de una serie de gobiernos estadounidenses, de una manera similar al apoyo estadounidense a Colombia y a los programas de interdicción que han durado décadas”.
AVANCE TECNOLÓGICO, PARA PROVECHO DE CRIMINALES
“Particularmente las nuevas tecnologías de comunicación han conducido a nuevos modelos de negocios ilícitos de amplia distribución, con redes de contactos personales que cambian constantemente y alianzas de corta duración para producir, comercializar, transportar o distribuir mercancías ilegales: en algunos casos, drogas, en otros, seres humanos; en ocasiones haciendo uso de la extorsión, el secuestro, la falsificación o cualquier cosa que genere un beneficio. Al igual que sucede con el comercio legítimo, un mundo interconectado por la Web ha convertido el crimen global e incluso el local, al proporcionar no sólo lugares para comunicarse y coordinar, sino también espacios para nuevos tipos de crímenes, un buen ejemplo de los cuales es el robo de identidad. Dada la naturaleza distribuida de la Web, criminales ambiciosos pueden manipular y explotar los medios electrónicos exactamente como lo hacen las fuerzas del orden público, las agencias de inteligencia, las instituciones financieras y los gobiernos. Las bandas criminales que tienen conocimientos apenas suficientes y no dominan los medios electrónicos pueden contratar a otras bandas o a personas independientes que sí lo hagan...”
Los cárteles de la droga en este hemisferio, por ejemplo, hacen uso regular de la tecnología de los sistemas de posicionamiento global (GPS) para hacer con extrema precisión sus entregas de drogas, de precursores químicos necesarios para procesar drogas y de efectivo en áreas remotas. Este tipo de flexibilidad de la libre empresa es capaz de igualar las condiciones para malhechores y policías, generando sumas de beneficios ilícitos a través de la “economía sumergida” a una escala tal que pueden llegar a amenazar incluso la estabilidad de la economía internacional.